Cuesta Blanca
En el límite que separa las diputaciones de La Magdalena y Perín encontramos Cuesta Blanca. Esta localidad cobró especial relevancia a principios del siglo XX con la llegada a la zona oeste de la compañía inglesa de aguas The Cartagena Mining and Water Corporation Limited, que dejó a su paso joyas arquitectónicas que aún podemos disfrutar.
Sin duda, la más destacable es la Finca del Inglés. Una construcción de estilo modernista, diseñada por el arquitecto Tomás Rico y Francisco de Paula Oliver, creada como residencia de verano del cónsul inglés, del que destaca su fachada de piedra rústica. Desde 1982, la finca es propiedad de su restaurante que se ha encargado de mantener y conservar la edificación y su entorno para que llegue a nuestros días en perfecto estado.
El auge que vivió en esa época supuso la creación de empresas como la tejera, en la que se elaboraban tejas de cañón, o la Fábrica, que producía un licor llamado caña parecido al coñac.
Al igual que en Molinos Marfagones, Cuesta Blanca también contaba con una torre defensiva para proteger a sus gentes de las invasiones berberiscas en el siglo XVI. Se trata de la Torre del Moro, cuyos muros fueron levantados con piedras trabadas con argamasa de cal, y actualmente cuenta con dos de las tres alturas que debió tener en su época. Al igual que la Torre Rubia, esta fortificación está catalogada Bien de Interés Cultural.
Con la firme intención de dar a conocer la variedad de productos artesanos del oeste cartagenero, desde hace unos años los vecinos celebran en abril la Feria de Primavera, en la que se dan cita más de una treintena de artesanos y empresarios de la zona.