Cuenta la leyenda que en Isla Plana había una cerda que padecía reuma y cada día iba a bañarse a un manantial de aguas termales que burbujeaba muy cerca de la playa, hasta que consiguió curarse. Sea cierta o no, esta historia ha conseguido abrirse camino en el imaginario popular y dio nombre a los baños termales que se construyeron en la zona a finales del siglo XIX.
Estos baños abrieron al público por primera vez en mayo de 1902 y consta de una piscina comunal rodeada de pequeñas bañeras individuales, un espacio para la caldera y varias galerías que conectan con el manantial, desde donde el agua se elevaba con una noria.
La edificación original es rectangular, está cubierta con una bóveda de cañón y cuenta con ventanas acabadas en arcos de media punta, que se abrían a la fachada que da al mar y que iluminaban por completo la estancia. A finales del pasado siglo XX los baños termales de Isla Plana quedaron en desuso.
Muy próximo a estos baños podemos encontrar el yacimiento arqueológico de Los Tinteros, que data de los siglos I y II. En sus cerca de 15.000 metros aún se pueden apreciar los restos de un taller de cerámica habitual de la época romana, con vestigios de hasta siete hornos y una pileta para la decantación de arcillas.
Ambos lugares fueron catalogados como Bien de Interés Cultural en 1999 y hace unos años se puso en marcha un proyecto para su recuperación y puesta en valor, pero aún no se ha abierto al público.