Este yacimiento arqueológico está formado por un conjunto de canteras de arenisca o tabaire, que da nombre a la cercana localidad de Canteras y que fue declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Sitio Histórico en el año 1993. Además, debido a la erosión, ofrece actualmente un paisaje muy atractivo de gran interés geológico.
Las canteras romanas se formaron durante el Mioceno, por lo que datan de unos 12 millones de años. Ya en época romana, en el siglo III, empezaron a explotarse para la construcción de la ciudad de Carthago Nova, empleándose para edificaciones tales como la Muralla Púnica, el Foro Romano o el Teatro Romano. Su explotación como cantera continuó hasta mediados del siglo XX.
A parte de su indudable valor arqueológico y geológico, también destaca por su biodiversidad ya que en los cortados anidan cernícalos, águilas perdiceras, mochuelos, búhos, abubillas, mirlos, cogujadas, alcavaranes o carboneros. Además, el yacimiento está rodeado de cultivos de secano como el almendro y el algarrobo y su interior repleto de vegetación autóctona.
Su conservación y protección ha dado lugar a diferentes proyectos como ‘Atabaire’ o, más recientemente, el Bosque Romano, que tienen como principal finalidad la restauración ambiental del conjunto, renaturalizar los espacios verdes y crear un nuevo corredor con senderos adaptados a la zona oeste de Cartagena.